Deberías haber pasado por mí tantas veces como yo lo he
hecho por ti. Deberías haber recogido las hojas de un otoño perenne, para
demostrarme que nada es imposible. Deberías haberte perdido en mi falda, tantas
veces como yo me perdí en tus bolsillos. Deberías haberme regalado todas las
estaciones del año una vez más. Deberías haber tomado el primer vuelo y no el
último. Deberías haberme recorrido desde los pies a la cabeza, y no al revés.
Deberías haberte quedado pegado bajo las sábanas de los “hasta luego” y no
parar de sentirme. Deberías haber impuesto mano dura en mis dudas, y en las
tuyas. Deberías haberte llevado todos mis miedos con solo dos palabras. Pero
sobretodo, deberías haberte desnudado del todo para mí, porque yo sigo desnuda
para ti. Encontrándome con las esquinas de tu alma cada vez que tropiezo, y rompiendo
los muros inquebrantables de al lado de tu pecho.
Deberías acabar de desnudarte, y hacerlo solo para mí.
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