«Me gusta tu cara, me gusta tu pelo, me gusta tu boca pero no me gustas tú.»
Si algo tengo que decirle a Sabina, es que ojalá no supiera tantas letras de Serrat.
Ojalá os gustara yo, y no todo de mí.
No creo en Dios, y he perdido esa fe ciega de la minoría de edad.
Pero si alguien ha conseguido llorarme las emociones, que no es poco, es él.
Y sí es por su voz, y también por su pelo, y su cara, por su forma de hablar y por cómo lo hace fácil.
Nunca he sido una persona políticamente correcta. Ni atenta.
Nunca he creído en ese amor ciego a la ciudadanía. Pero lo ha logrado.
Siempre he pensado en la idea de bien común y de propiedad privada como algo que va unido.
Siempre he querido liderar pero no a mí misma.
Consiguieron hacerme despertar de tan malas formas en este mundo, que ese mismo día estuve segura de que la sociedad necesitaba un cambio.
Y quizás no solo es por su coleta,
es por lo que hace.
Y quizás no es solo por su forma de hablar,
es por lo que dice.
Y quizás no es solo por su llegada,
es por lo que significa.
A lo mejor podemos ser felices todavía.
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