Nunca había oído llamar a alguien de esa forma, Gigi, sonaba tan bien.
Me recordaba al sonido de las motos arrancando y yendo a toda velocidad por las costas italianas. Y no preguntéis por qué Italia, porque ni siquiera lo sé. Gigi era como el café recién hecho un lunes a las siete de la mañana. Gigi sonaba a mar cada vez que lo decías, a una ola rompiendo, y a la tranquilidad de una playa de arena blanca. Gigi olía a cuero nuevo, a gasolina y a manzanas. Gigi era mis estaciones del año favoritas, y la nieve. ¡Gigi era toda la nieve que nunca había tocado! Gigi se llevaba las escorrentías de mis relieves y las volvía arcoíris. Gigi era la fuerza que me faltaba, mi tigre de bengala.
Nunca había oído llamar a alguien de esa forma, pero cuando lo hicieron, sabía que era ella.
(He puesto Gigi y esta es la primera imagen que ha salido, y me ha transmitido tanta positividad que ya no podía elegir otra.)
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