17 de abril de 2012

Pero lo hiciste.


Nadie dijo que un lunes a las seis de la mañana fuera fácil levantarse. 
Nadie dijo que el día no estaría frío y que no necesitarías tu bufanda de siempre. 
Nadie dijo que las sábanas tuvieran que estar calientes mientras mantenías tu cuerpo en ellas.
Nadie te dijo que salieras a la calle con esos pelos de loca que siempre llevas. 
Nadie dijo que querer gritarle a alguien te quiero se dijera a gritos.
Nadie dijo que tuvieras que escribir una poesía, o una carta de amor. 
Nadie te pidío que te quedarás en silencio aunque lo unico que querías era pasar el día abrazada a él. 
Nadie dijo que escribieras siendo tú, en tercera persona, ni que estás frases vayan para un "yo-misma".
Nadie te dio nunca un abrazo a tiempo y ahora te pasas el día dando achuchones a ton ni son. 
Nadie te dijo que te pasarás las noches escribiendo cosas absurdas, en un blog más absurdo aún. 
Nadie te dijo que esperarás hasta la madrugada por una conexión online que no llegó.
Nadie te pidió que mirarás vuestra foto cada noche antes de dormir.

Pero lo hiciste. Te levantaste un lunes cualquiera a las seis de la mañana, te lavaste la cara y sonreiste. Una amplia sonrisa. Tu amplia sonrisa. Te abrigaste y saliste a la calle aunque dejarás tu bufanda atrás. Escapaste de esas sábanas hirviendo, tan calientes que llegaban a parecer un tempano de hielo en medio del Sahara. Y tu, con tu locura momentanea y no tan momentanea, con tus pelos a lo loco sin importar lo que digan, saliste. Como si en medio de la estación de trenes estuvieras por primera vez decidiste buscar el primer billete que fuera hacía su casa. Hoy era el día de decir te quiero a gritos, pero sumida en el silencio. Y mientras ibas en ese vagón, tan gris, de tanta gente durmiendo y con cara de no querer retomar las riendas de sus vidas, empezaste a escribir, tarareando una melodía tal vez conocida. La siguiente parada era la tuya, cogiste tus cosas y bajaste del tren. Corriendo, siempre vas corriendo y sonriendo. No sé cómo lo haces. Tu teléfono marcaba sin querer el suyo. Y llamabas y colgabas, para avisar de tu llegada. De tu te quiero en silencio. Mientras recordabas todo lo que habías hecho esa misma mañana. Para llegar y sumirte en ese abrazo "a tiempo" que nunca te habían dado. Y después de eso. No paraste. De abrazarlo, de besarlo, como si la vida se te fuese en ello. Lo siguiente está borroso. Volviste, y esperaste a que simbolito se encendiese, se volviese verde, y significara que estaba online. Pero no llegó. Y mientras esperabas empezaste a escribir en uno de tus cientos de miles de blogs. Y cuando acabaste, miraste vuestra foto y caiste rendida mirando sus ojos. 


PD: Hay veces que simplemente coges pensamientos aleatorios, sitios que no has pisado nunca, y detalles inventados y conviertes un texto sin sentido en una pequeña historia, al que le haría falta una música pero no sé cual. 

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