5 de mayo de 2012

Nunca pensamos en los amaneceres que perdimos.

[Y cada mañana al despertar no estábamos juntos, y otro amanecer se nos escapaba entre las manos.]

Acababa por amanecer en un día no concreto en el que podía ser Mayo o Septiembre. Daba igual, porque los amaneceres se iban, y la luz del alba ya se había esfumado otra vez.
Volvia a escribir tus iniciales con los dedos, en el aire, como si de un papel infinito se tratase, esperando a que otra vez, otro amanecer inundara esos días en los que todos son iguales.
A ver si aparecías. Y por fin me abrazaras, en uno de esos amaneceres perdidos.


Nunca un alba, pero sí un anochecer. Mientras la playa se oscurecía, seguíamos sentados en la arena. Sin prisas, la noche se apoderaba de nosotros, len-ta-men-te, los besos fluían de forma esporádica, el frío era inmenso pero el calor humano no tenía comparación. 
Nos dimos mil y un besos, llenando las miradas de te quiero(s). 
Era una noche cualquiera de un 3 de Enero, que podía ser un 10 de Abril, pero no lo era. 



PD: Quizás al fin y al cabo lo importante es cómo acaba el día, no cómo empieza. Quizás lo bonito es ser lo ultimo que sucede aunque lo primero sea asombroso. 

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