3 de septiembre de 2014

Al desamor de mi vida.

¿Te acuerdas cuando ya no podíamos ni vernos? Pensé que me moría si tú te habías dado cuenta también. 

Debí haberlo pensando como mil veces, una por cada vez que te miraba a los ojos y no sentía nada. Una por cada vez que te besaba y conservaba el aliento. 
Pude hacerlo tantas veces, de tantas formas, con tantas palabras... y me quedé en silencio. 

Estuve a punto de gritártelo a la cara. Mil y una veces. Y nunca me atreví. Si me hubieras conocido, al final lo hubieras sabido tú. Me tenía que ir. Sin el amor. Sin las ganas. Sin ti. 

Ya ninguno de los dos queríamos compartir la almohada ni las mantas, que nunca abrigaron a los corazones helados. Estuve a punto de dejarte una carta. Pero nunca supe que decirte. 

Al (no) amor de mi vida, 
por no seguir, 
por no ayudarme a continuar, 
por llorarme los días. 

Me hubiera roto en más trocitos aún si cabe. 
No quería ser yo quién te dijera que ya no podía huir más estando tan cerca. 

Y todavía, a veces, echo de menos como (no) me querías. 

No soy poeta, 
pero te he mentido tantas veces en el papel, 
que aún no entiendo como me crees bajo las sábanas.

Ya te había dicho que no quería escribirte una carta. Nunca he sido de escribir cartas al desamor de mi vida.

Pero quizás. 
Por si algún día apareces. 
En algún lugar...

...donde ya nos hayamos querido antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario