17 de noviembre de 2014

Si hay que creer en algo, creamos en Iglesias.

«Me gusta tu cara, me gusta tu pelo, me gusta tu boca pero no me gustas tú.»

Si algo tengo que decirle a Sabina, es que ojalá no supiera tantas letras de Serrat. 
Ojalá os gustara yo, y no todo de mí. 

No creo en Dios, y he perdido esa fe ciega de la minoría de edad. 
Pero si alguien ha conseguido llorarme las emociones, que no es poco, es él. 
Y sí es por su voz, y también por su pelo, y su cara, por su forma de hablar y por cómo lo hace fácil.

Nunca he sido una persona políticamente correcta. Ni atenta.
Nunca he creído en ese amor ciego a la ciudadanía. Pero lo ha logrado.
Siempre he pensado en la idea de bien común y de propiedad privada como algo que va unido. 
Siempre he querido liderar pero no a mí misma. 

Consiguieron hacerme despertar de tan malas formas en este mundo, que ese mismo día estuve segura de que la sociedad necesitaba un cambio.

Y quizás no solo es por su coleta, 
es por lo que hace. 
Y quizás no es solo por su forma de hablar, 
es por lo que dice. 
Y quizás no es solo por su llegada, 
es por lo que significa. 

A lo mejor podemos ser felices todavía. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario