3 de julio de 2013

Noches reversibles.

Lo mejor de todo eran las noches. Todas las luces de neón de la ciudad se encendían al compás de nuestra canción. Yo no paraba de sonreír cada vez que te miraba, a veces creía incluso que las nubes se ponían a tus pies para que las estrellas pudieran observarte mejor, y tú dejabas de estar distante.

Todo se incendiaba a nuestro paso, incluso las calles por las que nunca cruzábamos. Dejábamos que los arcoíris nocturnos se volvieran nuestra perfecta compañía y hacíamos que cualquier lugar fuera nuestro. Las inquebrantables llamas ardían más que nunca, más que tú y que yo.

Siempre acabábamos por vencer a los monstruos que solo entendían de razón. Caíamos en picado uno sobre el otro repitiendo lo mismo una y otra vez creando el ciclo perfecto. Un ciclo sin fin. Lo único que deseaba es que no cesará ni por un instante. Pero las noches terminan y los días solo eran buenos si estaba a tu lado.

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