23 de diciembre de 2013

Cuentos chinos para niños del Japón, o eso oí decir una vez.

Habría roto las ventanas por él. 
Y hubiera recogido cada uno de los pedazos y los hubiera vuelto a unir, como si de un puzzle se tratara. 

Pregúntale si él lo hubiera hecho. 
Si (él) hubiera herido sus manos por mí, si se hubiera cortado para que yo no lo hiciera. 

Permíteme dudarlo. 
He oído más historias de caballeros y princesas de las que nadie ha escuchado jamás, y su nombre no salía en ninguna. 

Ojalá lo haga. Ojalá corrobore sus palabras.
Me mantendría callada, de verdad que lo haría, si viniera al galope de un corcel demasiado patoso. 

Pero sé que no lo haría. 

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