7 de julio de 2012

De lo que escribo y después no sé seguir.


Por estúpido que parezca lo último que quería gritarle era “te quiero” para saber si ella lo hacía también. Para saber si lo quería también. Rompió a llorar. Ella.
- Pero dime que me quieres, por favor.
- No si tu no lo haces primero.
- ¿Qué si te quiero? ¿Aún lo dudas?
- ¿De verdad?
- Te quiero de aquí a la luna, de aquí a Marte, de aquí al infinito. Te quiero incluso cuando te enfadas sin sentido. Te quiero desde el primer momento en que me miraste y sonreíste, y estuve como una estúpida hablando todo el día del chico de la sonrisa encantadora. Te quiero aunque no te lo diga, por miedo a que no lo hagas tú. - Hizo una pausa de esas que no sabes si acabarán, lo abrazó y prosiguió. - Y ahora dime, ¿me quieres?
- ¿De veras piensas que después de esto hace falta que te lo diga? Por supuesto que no te quiero, te amo. Nunca pensé decirle esto a nadie, a ninguna, pero llegaste tú y me rompiste por completo. Yo chico formal y tímido, enamorado de la persona más loca y espectacular del mundo. Enamorado de ti.

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