27 de diciembre de 2012

Con las luces encendidas, y las ventanas abiertas.

Últimamente parece que llego tarde a todas partes. Y cuando por fin consigo llegar las luces están apagadas y ya no hago falta. Si supieran lo que me cuesta dar cada paso me esperarían, pero no lo hacen. Todo sigue un ritmo demasiado rápido, y mis pies no están acostumbrados a moverse a ese compás. A ellos el 3/4 ya les parece insufrible. Pero todo sigue acelerando, metéis demasiadas notas en franjas muy pequeñas y eso es lo que pasa, que al final se estropea. Todo se acaba estropeando por no hacerlo bien. A veces creo que hasta la rotación de la Tierra va más acelerada de lo normal. Pero parece que no os importa. A ninguno. O alcanzo vuestro ritmo o cada vez que llegue será tarde. Solo me queda probar una cosa, parar. Frenar en seco y no moverme más, hasta que el mundo deje de estar loco, o yo recupere un poco la cordura. 

Ahora seré yo la que espere, si siempre llego tarde, debe haber alguien detrás de mí también, ¿no? Yo lo esperaré a él. Con las luces encendidas, y las ventanas abiertas, aunque sea de noche. Él va bien. El mundo es el que se ha vuelto loco. 


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