25 de noviembre de 2012

Relatos sin título previo. (Parte I)

Estoy al borde, al borde de este abismo. Miro hacia abajo y no consigo ver absolutamente nada. Me sostienen dos cuerdas finísimas, como si de un títere se tratara. Y de repente, y sin previo aviso, las cuerdas desaparecen y me precipito sobre el más oscuro vacío.

¿Hola? ¿Hay alguien? Un eco estruendoso invade el lugar. No sé cuánto he caído, pero estoy en el fondo, en el fondo de ninguna parte. Enciendo una cerilla, que ni siquiera sé de dónde ha salido y empiezo a caminar. La luz solo es capaz de iluminarme a mi. Intento buscar un halo de tecnología en este sitio, y nada. Estoy apunto de quemarme. ¡Mierda! Mira que lo dije. Se apaga la cerilla y vuelvo a quedarme a oscuras. Parece que mi vista se está acostumbrando a esto. Más cerillas emanan en mi bolsillo, sin saber por qué. Enciendo otra. Sigo investigando este lúgubre lugar y ¡PUM! me choco contra una pared negra. Una pared ovalada. Estiro la mano que me queda libre y empiezo a buscar el fin de la dichosa pared. Llevo minutos buscándolo, creo que estoy dando vueltas en círculo. ¡Es un círculo! ¡Es un círculo enorme!
De repente un foco enorme se enciende en medio del lugar, hay una silla en medio. Sé que es el centro por el reflejo que provoca el estúpido foco de luz blanca procedente de ninguna parte. Voy hacia la silla, y me siento. Las cerillas han desaparecido. Parece que este maldito lugar intenta ayudarme de alguna forma extraña e incomprensible.
¡Ya sé donde estoy! Tanto tiempo aquí y no me había dado cuenta, estas paredes, o pared gigante oscura, esas cerillas “mágicas”, y toda esa falta de tecnología.. BUH.

Me desgarro en llanto atroz y no puedo contener mi cara de horror. Veo como la pared aparentemente perfecta empieza a formar bloques, bloques de todos los tamaños, pequeños, grandes, irregulares... ¡Vais a volverme loca! Chillo, y sé que no tengo fuerzas para salir de aquí, porque en algún momento hubo alguien que me sujeto, y no dejó que cayera.

He decidido que me voy a quedar aquí abajo durante un largo tiempo. Tendré que acomodarme entonces.

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Me estoy volviendo loca. No puedo más. Llevo mil días, quizás no tantos, aquí sola. No he tenido ni la más mínima noticia del exterior, y cada vez que miro a mi alrededor parece que estas paredes no van a desaparecer nunca, siguen creciendo sin medida. ¡PARAD! ¡PARAD HE DICHO!

Parece que por cada piecita que se coloca, a modo de tetris, yo me debilito más y más. Sé acabo. Esto es culpa mía. Esto lo he creado yo, y tengo que ser capaz de destruirlo. No sé cómo, ni cuánto tardaré, lo único que sé es que lo haré.

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