25 de noviembre de 2012

Relatos sin título previo. (Parte II)

Voy a decorar este lúgubre lugar. Sé que nadie lo verá, pero me sienta bien. Quizás estas paredes empiecen a desvanecerse de alguna manera. Me acerco a una caja gigante que ha salido de ninguna parte y empiezo a sacar ¡adornos de navidad!

Qué raro, las luces están enredadas. Son redondas de colores tenues. Las cuelgo alrededor de la pared, sosteniéndolas con los bloques más sueltos. ¡Qué bonitas! Por alguna extraña razón están encendidas sin haberlas enchufado yo, tampoco voy a molestarme en saber el por qué bastante hago con mantener la cordura en este sitio de locos.

Cojo la caja, y la llevo a la zona más iluminada. No pesa, no pesa nada. ¡PERO SI ESTÁ LLENA DE COSAS! ¡VÉIS QUE ESTO ES UN SITIO DE LOCOS! Saco un árbol de Navidad. No un arbolito de plástico de metro cincuenta, no, un abeto enorme por el que se podría trepar… Ya viene perfectamente adornado, como si hubieran cogido un recorte de una revista de decoración y lo hubieran hecho realidad. Incluso la estrella ya está. Jope, si es lo más que me gusta colocar.

Cojo los dos calcetines de Papá Noel que contiene la caja (¿DOS?), y miro dónde los puedo colocar. Ni un solo cuelgafácil en esta enorme mansión de miedos. Trazo con los dedos un cuelgafácil dónde me gustaría colgar los calcetines, me doy la vuelta para ver que más queda en la caja y ¡ZAS! están ahí. Colgados perfectos, listos para ser usados. Sonrío con incredulidad, aunque realmente no sé de qué me sorprendo, y coloco los calcetines.

Quedan unos paquetes de regalo falsos para colocar al pie del árbol, y una nota. La leo y pone: “Para salir, solo tienes que volver a entrar.” Vaya, ya estamos con los acertijos. Llevo mil días encerrada aquí, quizás no tantos, y lo único que se le ocurre a quien quiera que sea es ponerme una nota indescifrable. Me siento en la silla, en la primera silla que apareció de la nada en este lugar y releo la nota.

De pronto, una melodía familiar empieza a sonar. Después de todo este tiempo, oigo unas notas acompasadas que hacen que me levante y me suba encima de la silla para intentar oír mejor.

“Dos espejos frente a frente crearan, cien mil caras que observar, puede que alguno de ellos sea el real, lo tendré que investigar…” ¡Es Universos Infinitos de Love of Lesbian, la reconozco! ¡Claro que la reconozco!
No creo que esté de casualidad. Tiene que ser por algo. Vuelvo a coger la nota, le echo un vistazo y mientras sigo escuchando la letra. Salto de la silla y corro hacia la pared, la pared gigante e “indestructible”. Empiezo a quitar las piezas sueltas, esas que disimulé con las luces de Navidad. Todo parecía más bonito decorado. Pero es mentira, todo, todo es una gran mentira. No por tapar la realidad va a desaparecer. Sacó bruscamente una de las piezas y veo que con ella caen muchísimas más.

Examino detenidamente el trozo que tengo en la mano y con letras mayúsculas pone MIEDOS. ¡Eso es! Mis miedos… TODO, absolutamente todo esto lo han formado ellos. Lo he creado yo. Soy la princesa del reino de los miedos, síganme a la derecha podrán ver… ¡PARA! Sabes que esto solo lo puedes arreglar tú. Estoy cansada de tu estúpida dependencia. Sé valiente de una vez por todas. Acaba ya. Hazles desvanecerse de una vez. Se han hecho débiles en el momento en el que te has dado cuenta que no por taparlos van a desaparecer, se han hecho débiles en el momento en el que han sabido que eres más inteligente que ellos. Demuéstraselo.

“Para salir, solo tienes que volver a entrar.”

¡Dales la vuelta! ¡Dales la vuelta de una maldita vez! ¡Haz que actúen en tu beneficio! ¡Haz que estos mil días acaben de una vez por todas!

Y de repente lo vi claro solo tenía que cerrar los ojos y… ¡Regresé! ¡Regresé al principio! Al borde del abismo, con las mismas dos cuerdas que me sujetaban haciendo amago de desaparecer, pero esta vez fui más rápida que ellas, las corté y mientras caía me construí las alas para salir. Y nunca llegué a tocar ese fondo infernal, plagado de minutos que parecen horas, de horas que parecen días, y de mil días que parecen una noche eterna.

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