6 de noviembre de 2011

Adiós Mónica. Parte VII.

No sé cómo consiguió mi número, pero lo hizo y me cito. Sabía que la conocía desde tiempos inmemoriales. Me resolvió todas las dudas que ella tenía. Y comprendí de una vez por todas por qué ella se sentía así. Pero, no tenía ni la más mínima razón, pues él no quería nada con la otra desde hace meses. ¿Cómo? Sí su magia ya no le hace efecto, desde que apareció una enana en su vida. Su enana. Y no hay día en que no se acuerde de ella.
La otra es su pasado, su bonito pasado, o no, no lo sé. No quise entrar en detalles, tampoco lo conozco para eso. Pero me dijo que ahora la única que le importaba era ella, es su presente.
“Me gustan, sus locuras, su manera de mirarme y sonreírme, me gusta cuando me pone nervioso, y no controla esos impulsos que la llevan a besarme de tal manera que me deja sin saber qué hacer.
Y no entiendo cómo se pregunta si soy capaz de cambiarla, creo que la respuesta es evidente.”
Más que evidente. Notaba una sinceridad plena en sus palabras. Pero quedo con la otra, una vez más para aclararle que ya no podía haber nada entre ellos. ¡Qué se acabo! ¡Qué él ya no te espera más! Lo único que me pidió, discreción, no quería que se ella se enterase. Le dije que no diría nada. Y así lo hice. 

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